Esa es una de las frases que de tantas veces que de tanto escucharla nos la hemos llegado a creer y, en cierta forma, lo tenemos muchísimo más introducido en el fondo de nuestro cerebro de lo que pensamos lo que nos limita en exceso nuestra poca o mucha capacidad creativa, capacidad de la que depende en gran parte nuestro trabajo diario.
Mitchell Ditkoff, prestigioso gurú de la creatividad, definió las cualidades de un innovador:
- Suele cuestionar el “status quo” de su entorno.
- Busca nuevas posibilidades y soluciones.
- Se automotiva, “no necesita empujones”.
- Nunca pierde de vista el futuro de sus acciones.
- Ve posibilidades en lo que parece imposible.
- Asume riesgos siempre que puede.
- Tiende al movimiento y a la interacción.
- No teme que sus ideas sean calificadas de absurdas.
- Ve conexiones ocultas entre elementos lejanos.
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¿Os suenan estas cualidades que algunas veces, y según en que entornos son definidas como defectos? Cuando comenzaron su experiencia en el mundo del marketing no era esto lo que los motivaba e ilusionaba en su trabajo.
Las exigencias de la realidad diaria en un mundo cada vez mas competitivo, la facilidad con la que nos distraemos y despilfarramos energía, la falta de control de esa energía, el desconocimiento de como usar esa capacidad y no saber adaptarse a las pautas marcadas por nuestros superiores, a todos nos gustaría tener manga ancha en capacidad de gasto e inversión en marketing, son los principales frenos con los que justificamos interiormente el habernos olvidado por que estamos en el departamento de marketing y comunicación.
Debemos recordar e intentar cumplir al máximo de nuestras propias posibilidades, de lo contrario no estaríamos haciendo nuestro mejor trabajo. Hacer más de lo mismo no es el objetivo para el que fuimos contratados. Repensemos los conceptos y explotemos al máximo nuestro mayor valor: la creatividad.
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